sábado, 26 de junio de 2010

Despedida

Frío: sensación que en estos precisos momentos siente mi corazón. Fácil de escribir, pero difícil de describir. El tiempo juega con mis palabras, me arranca el olvido, me quita la sonrisa, me tranquiliza. Tu ignorancia me mata. Tu mirada me congela. Pero ahora yo, pregunto, ¿por qué?
Dame al menos medio motivo para que yo pueda comprender por que merezco todo esto. Dime. Te escucho. Habla. Deja que las olas nos envuelvan con su brisa, y que las estrellas nos iluminen el camino que hay que seguir para llegar al perdón.
Pero antes, dime, ¿qué te he hecho yo para merecer así un gran dolor, la pérdida de una ilusión, la ganancia de una nube negra que no me quita ojo y me sigue a todas partes para que así yo pueda ahogarme, además de en sus gotas, en mis lágrimas.
Al menos ahora, que te declaro culpable frente a los ojos de todas estas bellas flores que también estuvieron presentes cuando me juraste amor y me dijiste bien alto "Te quiero", dime, ¿por qué mentir? Mis sentimientos vuelan sobre un aliento del viento y tu voz me llega a través del frío. Frío: sensación que en estos precisos momentos siento en todo el cuerpo.
Me arrebataste la capacidad de amar, de tener vivo un sentimiento en mi corazón. Destruiste el brillo de mis ojos, mataste las palabras dulces que te acariciaban. Me mataste. En cuerpo y alma. Te perdono, por el simple hecho de que más tarde vas a entender el error cometido, y te arrepentirás. Llorarás así como yo lo he hecho, llorarás por haber hecho daño, llorarás por que yo por ti, sufro.
Dañaste mi corazón, por eso basta el perdón, pero nunca lo olvidaré. Palabras y más palabras. Bastaron para apagar las velas que velaban por nuestro amor. Todo se perdió. Palabras. Mentiras. Aire. Quiero volver a respirar. Tranquilidad. Luna llena. La miro y observo como ella a mi me comprende y me observa. Juraría que a través de las estrellas, ella me habla.
Cuando alguien te lastima, como tu lo hiciste conmigo, ya no tienes fuerza para alzar la mirada y seguir adelante. Retrocedes. Te escondes en el más minúsculo rincón para poder recordar el ayer. ¡Pero no te olvides! Seguir adelante, no significa volver a perder lo que ya se ha perdido.

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